lunes, 7 de mayo de 2012


MUJERCITAS
Pillé por casualidad el otro día el final de la versión cinematográfica de los noventa de MUJERCITAS, la novela femenina por excelencia. Una versión que le valió la nominación al Oscar a Winona Ryder y que tiene como Meg –la mayor de las hermanas- a una española –Trini Alvarado-. A parte de esto, mi adaptación favorita.
Debe  hacer unos veinte años que leí MUJERCITAS. Si lo pienso ahora, deduzco que podría ser en varias dimensiones una versión más americana –y, por ende, menos europea- de mi adorada ORGULLO Y PREJUICIO.  Las hermanas March, como las Bennet, no tienen un duro pero, al menos, les queda la posibilidad de algún día poderlo ganar o heredar, sin la lucha feroz de buscar un marido.
A parte del sentido práctico cabe destacar en ambas novelas la entrañable relación establecida entre las hermanas, a pesar de la disparidad de personalidades que cohabitan bajo el mismo techo; algo que remueve el corazón de las que, como yo, tenemos hermanas. Amén de la relación de amistad de Jo y Teddy.
Hay que agradecer a Louisa May Alcott su reivindicación feminista, una y otra vez vomitada en la boca de Jo (su alter-ego, creo); destacando la sentencia “Yo podría haber sido muchas cosas”; algo difícil de imaginar no ya en aquella sociedad, incluso en ésta.
No es la mejor novela del mundo; pero yo la leí con pocos años y capté el mensaje. Siempre pendientes de las grandes vidas, se nos suele olvidar la ejemplificación de otras más pequeñas y humildes. Si se me permite el ejemplo, veo más grandeza en Jo vendiendo su melena (su único encanto, en palabras de Amy) para que su madre pueda ir en socorro del padre herido en la guerra que en media docena de famosos apadrinando cualquier acción benéfica.
Nati Montes Barqueros




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