lunes, 7 de mayo de 2012


MEDALLITAS DE ORO
Cuesta trabajo frivolizar sobre lo que vemos en la tele con lo que nos está cayendo. Entiéndalo; sufro de ciertos problemas de atención y concentración. Tengo –convicción personal, no imposición- que evitar hablar de temas que nos arden en los ojos cada día a partir de las nueve. Intentaré pasar página.
De todas formas, la tele siempre está ahí; dispuesta a regodearse en su estupidez que es la nuestra. O no es la misma pantalla la que denuncia una generación a la que bautiza como “Ni-Ni” la que recompensa a analfabetos varios que cuanto más arrabaleros y peor cualificados están, más remuneradas nóminas tienen. Mientras personal docente, sanitario e investigador se lanza a la calle a clamar al cielo que, como siempre, mira a otro lado o lanza la pelota a otro tejado. Quién quiere sacrificarse a los 18 años en la abnegación que es una carrera universitaria ante este panorama.
Es la misma fuente de información la que habla de precariedad laboral, de millones de parados, de reformas laborales la que nos enseña un País de las Maravillas de gente que esquía en Baqueira y se inyecta bótox o un micrófono que pregunta a un señor engominado en la puerta de Gucci si se siente representado por los sindicatos. Mire usted: no.
Daré un último ejemplo. No habrán faltado las críticas catódicas a Karl Lagerfeld por decir que la cantante Adele está gorda. Me lo imagino –no lo sé-: presentadora rejuvenecida demonizando a este alemán frívolo que no ve más allá de sus narices. Otra cosa es contratar a una periodista sobradamente prepararada pero con un índice de masa corporal superior al 18 (límite del infrapeso).
No sé porque se empeñan en Francia en dejarnos en ridículo; en hacerlo nosotros mismos también somos medalla de oro. Sin dopping, claro.
Nati Montes Barqueros



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