jueves, 9 de febrero de 2012

MADRE-ESPAÑOL; ESPAÑOL-MADRE

Caí en la cuenta el otro día cuando terminé de fregar cuatro vasos que estaban usados y, para mis adentros pensé: “¡Qué hermosos se quedan los vasos con el fairy!”. Me estoy convirtiendo en una madre cuando estoy a años luz de llegar a serlo. Ahora, hasta adoro el amoniaco (fan de facebook y todo). Recopilo algunos conceptos compartidos con mis amistades.
Y es que ya vamos utilizando las mismas expresiones que ellas utilizan. Por ejemplo: de un tiempo a esta parte para mí las personas ya no son “simpáticas”, son “cariñosas”. Y, a veces, me quedo clisá, cuando antes me hubiera quedado dormida. Nena, se conoce que pegado un salto cuantitativo en el tiempo.
En el idioma de las madres, a veces intraducible y difícil de interpretar,  tanto dan los eufemismos (“Está estropeá”) como las palabras más crueles del mundo (“Te habrás visto bonica enseñando el culo…”). Y si Madre te dice algo hiriente, no debes olvidar –ya se encarga ella de recordarlo- que quien bien te quiere, te hará llorar.
Pero los mensajes son altos y claros: “Lo digo yo. Y punto”. No hay personaje más conciso y directo en el teatro del mundo que Madre: se come “comida”, por ejemplo. Y esta concreción, a mí por lo menos, me ha ayudado a desarrollar una imaginación desbordante que necesariamente aumentaba cuando se me ordenaba sacar “el ese que está encima de la esta”. Y todavía no he mencionado la palabra más gráfica del mundo mundial que es “sollamá” (dícese de la croqueta, empanadilla o frito en general negro por fuera, crudo por dentro).
Años atrás, cada mañana me cambiaba de muda (como proyecto de artrópodo) y me vestía con un hatico limpio. Mención aparte merecen exclusivos tratamientos médicos. Pero temo sobrepasar las 300 palabras de rigor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario