jueves, 9 de febrero de 2012

PEQUEÑA INICIACIÓN AL NACIONALISMO

Pululó en facebook el lunes por la tarde. Y yo acabé deprimida. Un conjunto de directrices sobre el Buen Murciano. Y eso que vivo al lado del Segura más de doce años, los mismo que llevo cogiendo el coche de línea. Según esa entrada; más bien no soy murciana.
Qué quieren que le diga. Estropear una exquisitez culinaria escurriéndole por encima un limón siempre me pareció una aberración; aunque reconozco que alguna de esas exquisiteces fueron “pan, pijo y habas” o las migas sacrosantas de los días de lluvia. Digo “leja”, pero no suelo quedar en ningún picoesquina pues es más del gusto caravaqueño quedar en Rosendo, en el San Juan o en Correos. Prefiero el mazapán de Moratalla (octava maravilla del mundo) por encima de los paparajotes, aunque jamás pierdo ocasión de echar una oliva a una caña de Estrella. Y, aunque he estado en el Bando de la Huerta, creo que nunca lo he disfrutado como disfruto La Campanera a las 9 de la mañana en el Templete un 2 de mayo (ni hablar de suspender porque llueva).
Es cierto que no pronuncio la “s” final pero también es verdad que suelo confundir la “r” con la “l”. Enseñé a mis compañeros de carrera qué era un “cibloc” y que yo tenía “bambas”, no “bambos”. A parte de otros vocablos propios de las Tertulias Festeras como “enjaezamiento” o “festódromo”.
No me gusta bañarme en el Mar Menor, qué le vamos a hacer, pero déjenme sola en Las Salinas de San Pedro. Por cierto: el Castillo es el Castillo y no el Santuario y a Las Fuentes del Marqués no sólo se va a entrar dos y salir tres. Maravilla de otoño.
Con esto concluí que no era murciana. Ante mi desesperación exclamé: “Hay que joderse y mear a pulso”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario