viernes, 18 de noviembre de 2011

Du llu espik englis?

Uno no debería nunca dejar de ser estudiante. No se puede dar por hecho que ya todo está aprendido y retirarse del mundo que siempre está por descubrir. Y yo, como una generación entera de españolitos, he vuelto a  mis tiempos estudiantiles retomando el inglés.
En el mercado laboral actual, al que busca trabajo –salvo que aspires a la Presidencia del Gobierno, por cierto- el inglés –como el valor a un soldado- se le supone. No balbucear en la lengua de Shakespeare, es casi como no saber sumar.
Y en realidad, no sólo para el que busca trabajo o el que lo necesita para desenvolverse en él. El anglosajón ocupa ya un altísimo porcentaje de los mensajes que nos llegan y que emitimos.
Algunas palabras, directamente, no parecen existir en castellano como club, hippy, bistec (beef-steak) o hall. No se sale a correr, se hace footing y, si te aficionas a hacer excursiones monte arriba, entonces, aunque tú no lo sepas, practicas trekking. Se han acuñado palabras como “balompié” o “tanto”, pero son infinitamente más usadas los adaptados fútbol o gol. Y la traducción literal de béisbol es la rara locución “balón base”. En realidad, da igual como llamemos a los deportes mientras haya claras leyes anti-dopping.
Nos comunicamos, quiero decir: chateamos, por Facebook, Twitter o Messenger. El correo electrónico parece no haber existido nunca a favor del e-mail. Si estamos de acuerdo con nuestro interlocutor le espetamos un “OK”. Y la panceta hace mucho tiempo que se llama beicon. Creo que en LA COLMENA, ya hablan del confort.
Ya no tenemos aficiones pero sí algunos hobbies y el coche –dentro de nada car- se queda en el parking. No tiene comparación la vulgaridad del ficticio vocablo “protege-bragas” al lado del delicado salvaslip.
Hace veinte años, estaban de moda las americanas y las Merceditas. Este invierno, la calle se llena de blazers y Maryjanes. Existen personas avispadas que siendo fan de algún VIP, consiguen colarse en el backstage y conocerlo. Eso es de gente cool, que siempre tienen claros los must,  guardados convenientemente en el closet, de cada temporada.  Otras, entre las que mi incluyo, no somos tontos del todo; pero sí un poco borderline.
Con todos estos ejemplos, queda claro que Felipe II, hace casi cinco siglos, no sólo perdió ante los elementos. Fue un verdadero break-point inglés.
Y, qué pena, el tiempo se me echa encima. Los siento, señores, lo dejo aquí. Me esperan y todavía no me he puesto ni el gloss ni el eye-liner. Ay qué ver que ajustados me quedan estos leggings.

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