miércoles, 20 de febrero de 2013


EL HOMBRE COMPÁS
En la confianza y la paz que me produce ser copiloto de un conductor experimentado. En ese estado casi místico quizás cercano al de un confesionario, hace unos días, cuan Pantoja, me quise confesar. Cayendo en la cuenta de que aquel coche encerraba muchos secretos míos, le dije al queridísimo conductor: “Anda, que si tu coche hablara…”. La respuesta no se hizo esperar: “…yo sería Michael Knight”. Y esa respuesta inspiró las palabras que siguen.
Era yo enana cuando un artilugio parlante se coló en la sobremesa de los tórridos veranos. Según  wikipedia, la serie arrasó entre pre-adolescentes. Por lo visto los críos de mi barrio éramos algo más precoces. No es que me chiflen a mí los coches, pero es que aquel coche hablaba!! No sólo eso: expresaba opiniones, afectos, sentimientos. Ni entonces ni ahora, he dominado las claves de la neurolingüÍstica pero ya participaba de la emoción de un ingenio que empatiza con su conductor.
Las puertas de la ciencia se me abrieron con Bonnie, la primera mujer a la que recuerdo hablando en un lenguaje científico, pringada mejorando el cochazo negro. Hasta entonces, las heroínas de mi infancia habían sido Candy Candy y la rubia de Dinastía. Por lo menos, Bonnie se ganaba la vida sin llorar y sin marido multimillonario.
Y, por encima de todo, estaba él. Michael Knight, el hombre compás (largas piernas en ajustados pantalones de cuero). Un príncipe azul cien por cien años ochenta. Qué pelazo, Mari… Qué elegancia resolviendo entuertos, esquivando balas, subiendo y bajando del buga, ajustándose en él como una ficha de tetris. Qué manera de reinsertarse en la sociedad y darse a la buena causa. Borrados de mi memoria los argumentos, quedó la esencia de aquel justiciero que se pasó al bañador rojo. Nunca más me gustó el cuero.
Nati Montes Barqueros

No hay comentarios:

Publicar un comentario