miércoles, 20 de febrero de 2013


CIBERVIDA (I)

Con el tema de las nuevas tecnologías, a veces pienso que nos han jodido mayo con tanta flor. Me explico. Bien que nos comuniquemos de una manera fácil y asequible. Bien el intercambio de datos; la comodidad, la rapidez. Pero, como todo, tiene su contrapartida y es el juego sucio que se ejerce sobre las interacciones humanas. Cuánto padecimiento innecesario al comprobar que el whatsapp que enviamos llegó antes que la última conexión del interlocutor.
No hablemos de redes sociales, donde un inocente brazo sobre un hombro desconocido, hace saltar la chispa… O que estés encerrada en casa pensando que tus amigos están igual y descubras que su vida social avanza mientras que tu dormitas en el sofá viendo “Se llama copla”. Un desastre.
Respecto a facebook, tengo que admitir que he desarrollado cierta dependencia al “Me gusta”.  Experimento una desagradable sensación de fracaso si alguna de mis publicaciones no alcanza, al menos, unos diez pulgares hacia arriba. Por no hablar de lo poco elegante que es ese ponerme verde de envidia con el éxito de las publicaciones de los demás.
Quizás, a veces, tampoco veamos lo mejor de nuestro círculo social (pequeño inciso: nuestros amigos-facebook no coinciden en el espacio-tiempo con nuestros amigos reales. Por cierto: tengo que hacer limpieza…). Personalmente, cualquier “Me gusta” me hace dudar de las intenciones de alguien (esas fotos de niños malitos…). Y más de un ídolo ha caído por una publicación con una falta de ortografía furtiva, entre otras debilidades.
La gente se descubre sola, ignorando un comentario, no contestando a un privado o no devolviendo un toque. Eso, hoy en día, está a la altura del desagravio de volverte la mirada para no saludarte. Qué falta de tacto.
Como el de los abanicos, el lenguaje de las redes sociales es extraño y difícil de dominar. Seguiremos intentándolo.
Nati Montes Barqueros

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