miércoles, 20 de febrero de 2013



ASIGANTURAS PENDIENTES

Tengo que admitir que soy víctima de un shock post-traumático. Aún quedando lejanos ya los tiempos en los que terminé la carrera, todavía me suelo despertar en medio de la pesadilla de seguir con la bioquímica pendiente. Un hueso duro de roer. Y es que, igual que a los muertos hay que enterrarlos, las asignaturas pendientes para ayer es tarde superarlas.
Esta introducción me puede servir de hilo conductor de lo que vengo a hablar. También tengo asignaturas pendientes televisivas. Lo peor de éstas es que son más difíciles de recuperar (no tengo yo paciencia suficiente para Internet y demás).
Durante los años de instituto, sufrí el ostracismo por no seguir AL SALIR DE CLASE, y aparte de comentar el extraordinario parecido entre Lucía Jiménez y mi amiga Mercedes Caparrós, era incapaz de seguir una conversación sobre dicho melodrama (lo siento pero, hasta donde sé, lo era). Me quise subir al carro de NADA ES PARA SIEMPRE; pero ya sabéis: naufragó.
Aprendí a fuego la lección de no escaparme a los fenómenos de masas. Por eso me enganché a las primeras ediciones de GRAN HERMANO y a OPERACIÓN TRIUNFO. El primer café de la mañana de los martes en la facultad se llenaba de tertulianos expertos en OT y ahí estaba yo: en la cresta de la ola. Por supuesto.
Perteneciendo a esta generación que se niega a crecer y que se retroalimenta de sus recuerdos ochenteros (mea culpa), algunos títulos de la infancia resultan imprescindibles en cualquier tertulia gintonic. Me resulta penoso tener que admitir que en temas como LA ALDEA DEL ARCE, BIO-MAN o el programa de Eva Nasarre, por ejemplo, puedo llegar a partir la pana (pequeño gesto de soberbia, lo siento), tengo que refugiarme en mi capullo de seda si salen a colación LOS CABALLEROS DEL ZODIACO o BOLA DE DRAGÓN. Esas asignaturas a las que nunca me presenté.
Nat i Montes Barqueros

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